"Soñé que bateabas dos jonrones", le dijo Lino Rivera a Willie Romero cuando el timonel boricua se dirigía al "club house" poco antes de la segunda batalla por el título de la Liga Mexicana.
Los Leones no necesitaron de ningún bambinazo del venezolano o de alguno otro de sus guerreros. Su efectivo juego pequeño y una serie de rebotes afortunados, combinados con una inspirada serpentina de Salvador Arellano, bastaron para que ganen su primer partido en una Serie Final desde hace 17 años, 12-8, ante los Sultanes, en un Estadio Monterrey en el que ya al final los aficionados mejor se entretenían con una pelota de básquetbol de una marca patrocinadora.
Así de mala fue la noche para los regiomontanos.
Arellano se portó a la altura de Ken Angulo o Freddy Arroyo al silenciar a la ruidosa afición de casa dominando a un balanceado ataque. Batalló con su control (dio cinco pasaportes), pero aguantó para mejorar su efectividad en los pléiofs a 3.07.
Su ofensiva no fue problema y ahora la serie se traslada al Kukulcán, que a partir de mañana será una locura.
Lino dijo anteanoche en el hotel que "necesitamos hacer ajustes", tras una cerrada derrota. Sus muchachos lo escucharon muy bien.
El yucateco Luis Borges, quien dijo que "las únicas estrellas son las de Grandes Ligas", en referencia al potente "róster" sultán, inauguró la pizarra con un sencillo de dos carreras en la tercera entrada, cuando los melenudos tocaron al experimentado Wálter Silva, quien retiró a los primeros siete en fila. El ataque lo comenzó una de las bujías yucatecas en todos los pléiofs, "Jesse" Castillo, con doble, en lo que sería el inicio de una gran noche para el joven tercera base. Un robo de base (9) de Donzell McDonald con dos autes dejó todo servido para el imparable de Borges.
Y eso sólo era el principio. Los Leones martirizaron toda la noche a los regios con su paciencia en la caja de bateo y su velocidad en los senderos.
Lino no estaba soñando.
Benjamín Gil fue el ejemplo de la noche de pesadilla de Bernie Tatis y los Sultanes.
El último mexicano campeón de la Serie Mundial tuvo varias intervenciones desafortunadas en la inicial, incluida una en la sexta cuando tiró a jom en un momento en el que ya no iba a sacar.
A los Sultanes les afecta el "béisbol pequeño". Ayer fue evidente y las fieras lo aprovecharon para despegarse definitivamente en el cuarto, cuando hicieron cuatro anotaciones. Romero conectó imparable y Raúl Sánchez siguió con un rolatazo, de ésos que tienen ojos, y que no pudo controlar el torpedero Héber Gómez. Morejón ejecutó un gran toque por encima de Silva, que nadie tomó.
Con la casa llena, las carreras llegaron de diferentes maneras, como le gusta a Lino. Dos entraron con incogibles de Héctor Castañeda y Borges, otra con pasaporte al "Actor" McDonald y una más con elevado de sacrificio de Luis "Rayo" Arredondo.
La paliza había comenzando. Una noche después de que el Estadio Monterrey vibró con cada lanzamiento, el silencio era notable. Sólo se oían unas cuantas porras y se veía algunos bailes.
Arellano no desentonó ante la gran demostración de su artillería y dejó sin pólvora a los cañones sultanes. En seis actos lanzó pelota de dos jits.
Cuádruples solitarios de Édgar Quintero y Héber Gómez no pudieron afectar el buen pitcheo del tamaulipeco. "Ese poder que muestran aquí los Sultanes no lo podrán sacar tan fácilmente en Mérida", apuntó un periodista de esta ciudad.
Los Leones no necesitaron de ningún bambinazo del venezolano o de alguno otro de sus guerreros. Su efectivo juego pequeño y una serie de rebotes afortunados, combinados con una inspirada serpentina de Salvador Arellano, bastaron para que ganen su primer partido en una Serie Final desde hace 17 años, 12-8, ante los Sultanes, en un Estadio Monterrey en el que ya al final los aficionados mejor se entretenían con una pelota de básquetbol de una marca patrocinadora.
Así de mala fue la noche para los regiomontanos.
Arellano se portó a la altura de Ken Angulo o Freddy Arroyo al silenciar a la ruidosa afición de casa dominando a un balanceado ataque. Batalló con su control (dio cinco pasaportes), pero aguantó para mejorar su efectividad en los pléiofs a 3.07.
Su ofensiva no fue problema y ahora la serie se traslada al Kukulcán, que a partir de mañana será una locura.
Lino dijo anteanoche en el hotel que "necesitamos hacer ajustes", tras una cerrada derrota. Sus muchachos lo escucharon muy bien.
El yucateco Luis Borges, quien dijo que "las únicas estrellas son las de Grandes Ligas", en referencia al potente "róster" sultán, inauguró la pizarra con un sencillo de dos carreras en la tercera entrada, cuando los melenudos tocaron al experimentado Wálter Silva, quien retiró a los primeros siete en fila. El ataque lo comenzó una de las bujías yucatecas en todos los pléiofs, "Jesse" Castillo, con doble, en lo que sería el inicio de una gran noche para el joven tercera base. Un robo de base (9) de Donzell McDonald con dos autes dejó todo servido para el imparable de Borges.
Y eso sólo era el principio. Los Leones martirizaron toda la noche a los regios con su paciencia en la caja de bateo y su velocidad en los senderos.
Lino no estaba soñando.
Benjamín Gil fue el ejemplo de la noche de pesadilla de Bernie Tatis y los Sultanes.
El último mexicano campeón de la Serie Mundial tuvo varias intervenciones desafortunadas en la inicial, incluida una en la sexta cuando tiró a jom en un momento en el que ya no iba a sacar.
A los Sultanes les afecta el "béisbol pequeño". Ayer fue evidente y las fieras lo aprovecharon para despegarse definitivamente en el cuarto, cuando hicieron cuatro anotaciones. Romero conectó imparable y Raúl Sánchez siguió con un rolatazo, de ésos que tienen ojos, y que no pudo controlar el torpedero Héber Gómez. Morejón ejecutó un gran toque por encima de Silva, que nadie tomó.
Con la casa llena, las carreras llegaron de diferentes maneras, como le gusta a Lino. Dos entraron con incogibles de Héctor Castañeda y Borges, otra con pasaporte al "Actor" McDonald y una más con elevado de sacrificio de Luis "Rayo" Arredondo.
La paliza había comenzando. Una noche después de que el Estadio Monterrey vibró con cada lanzamiento, el silencio era notable. Sólo se oían unas cuantas porras y se veía algunos bailes.
Arellano no desentonó ante la gran demostración de su artillería y dejó sin pólvora a los cañones sultanes. En seis actos lanzó pelota de dos jits.
Cuádruples solitarios de Édgar Quintero y Héber Gómez no pudieron afectar el buen pitcheo del tamaulipeco. "Ese poder que muestran aquí los Sultanes no lo podrán sacar tan fácilmente en Mérida", apuntó un periodista de esta ciudad.
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